Estos días, en muchos medios, se vuelve a recordar a una mujer que siempre tenemos presente, la verdad, por su belleza y por su talentosa carrera que se vio truncada aquel fatídico 14 de septiembre del año 1982. Grace Kelly fue admirada en su momento y hoy, 30 años después de su muerte, lo sigue siendo.
Nació en el año 1929 en Philadelphia fruto de una familia con bastante poder adquisitivo y pronto se dieron cuenta de que esta niña tenía talento y desparpajo al participar siempre en las funciones escolares. Al terminar sus estudios quiso ser modelo pero al mismo tiempo, tomaba clases de interpretación.
Comenzó con papeles secundarios hasta que poco a poco se convirtió en una musa, allá por los años 50 y llegó a ser predilecta del gran director, Alfred Hitchcock. Pero en el año 1956 se casó con Rainiero de Mónaco y dejó de lado la carrera de actriz para dedicarse en cuerpo y alma a sus obligaciones como esposa y más tarde, como madre.
Una belleza sencilla, donde la elegancia y el saber estar combinaban en esta diva de aspecto romántico que el cruel destino hizo que con solo 52 años se fuera para siempre, pero que hoy en día se sigue recordando como lo que es…una de las grandes.